“El 27 de noviembre de 2021 Gloria ingresó al Hospital San Juan de Dios sede Cartago, remitida por urgencias desde el hospital Santa Catalina de El Cairo. En la historia clínica consta que en ese momento tenía dilatación de 10 cm y fue trasladada a sala de parto. Gloria refirió que los médicos le indicaron que debía pujar dos veces para que la bebé naciera, pero al no obtener resultados aseguró que los médicos le manifestaron que “estas complicaciones pasaban por querer traer hijos al mundo”.
Cuando parimos, somos un pedazo de carne sobre la mesa al que tienen que sacarle un pedacito más pequeño de adentro. Dejan de llamarnos por nuestros nombres y más bien nos dicen “mamá”, “mamita”. Somos sujetos de una intervención quirúrgica, que es rutinaria para ellos pero tremendamente especial para nosotras.
Lo peor es que muchas mujeres gestantes no tienen idea de que se les violenta, de que las tratan mal. Te puedes encontrar a una compañera de parto en la sala de al lado dándote consejos de que “no grites tanto si te duele” porque después no te atienden bien.
“A mi esposo no lo dejaron entrar conmigo al cuarto para que me acompañara en el proceso. Sentía dolor, miedo, estaba preocupada. Fue horrible sentirme sola en ese momento tan especial. Y para rematar, en la sala de parto se fue la luz cuando estaba pariendo”, dice Amanda, una mujer de 31 años.
Este tipo de violencia se llama violencia obstétrica e inicia en los controles médicos.
La experta Hellen Maldonado Pinzón explica que la violencia obstétrica “inicia cuando los profesionales de salud a cargo de llevar los controles de las madres no resuelven todas sus dudas, ignoran sus temores, no escuchan a la paciente, no le explican los cambios que está afrontando y simplemente, se dedican a desarrollar una consulta médica de manera rápida y mecánica”. El profesional solo registra datos cuantitativos como peso, frecuencia cardíaca, presión arterial y no más.
En Colombia, a las mujeres de estratos bajos les va peor en el parto. Si son venezolanas, afrodescendientes o adolescentes pobres.
Una encuesta a 5 mil mujeres en Latam en 2020 hecha por el colectivo de parteras de América, Matria Guardianas del Parto, encontró que “un 40% de las mujeres manifestó que recibió uno o varios procedimientos sin haber dado el consentimiento o haber recibido explicación de la necesidad de estos. Al 46% de las mujeres les realizaron episiotomía. Con respecto al acompañamiento durante el parto, la cesárea o el aborto, al 41.7% de las mujeres les fue negado este derecho”.
¿Cómo reconocer que es violencia?
“Todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud durante el embarazo y el parto, lo que incluye el derecho a una atención digna, respetuosa, competente y comprensiva”, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La dra Viviana Vallana de la Universidad del Rosario explica que este tipo de violencia también se va a lo físico “la violencia física también se expresa en intervenciones médicas dolorosas, realizadas sin utilización de alguna medida que mitigue el dolor, existiendo los medios y las condiciones para utilizar analgesia o anestesia; los tactos vaginales reiterados y realizados por más de una persona y la realización de maniobras e intervenciones de manera brusca y poco considerada con la mujer que las recibe”.
La OMS estima que no debería superarse la cifra del 15% de partos por cesárea. En Colombia la tasa de cesáreas registrada hasta el año 2016 fue de 45.9%