En la anatomía humana, casi todos los tejidos reciben nutrientes a través de una red de vasos sanguíneos. El corazón bombea, la sangre llega, el tejido come. Pero hay una excepción notable en las articulaciones: el cartílago articular.
Este tejido liso y resistente, que permite el movimiento sin fricción, es avascular. No tiene sangre.
¿Cómo sobrevive entonces? (El Efecto Esponja) La biología ha resuelto este problema con un mecanismo hidráulico ingenioso. El cartílago funciona literalmente como una esponja biológica sumergida en líquido sinovial.
Movimiento moderado equivale a mejor nutrición del cartílago. El movimiento articular estimula el intercambio de líquido sinovial, que es la principal fuente de nutrientes del cartílago articular.
Por eso, estudios muestran que:
- el ejercicio moderado mejora la salud del cartílago,
- la inmovilización prolongada reduce su calidad,
- la carga excesiva o el impacto repetitivo sí puede dañarlo.
La Carga: Cuando una persona camina o se mueve, el peso del cuerpo comprime el cartílago, expulsando los productos de desecho hacia afuera.
La Descarga: Cuando se levanta el pie o se libera la presión, el tejido se expande y absorbe el líquido sinovial rico en oxígeno y nutrientes.
La Implicación del Reposo: Esta mecánica explica por qué el sedentarismo prolongado puede ser perjudicial para la salud articular. Sin los ciclos de compresión y descompresión del movimiento, el flujo de nutrientes se detiene. Básicamente, el movimiento no es solo ejercicio para el músculo; es el “sistema de bombeo” vital para mantener la articulación lubricada y nutrida.
La ciencia moderna del deporte enfatiza que la carga moderada y el movimiento son esenciales para la preservación de la salud articular a largo plazo.










