Reserva Bojonawi en Vichada, el paraíso para los murciélagos colombianos ¿cuál es la labor de estos animales?

A orillas del río Orinoco, en el departamento del Vichada, se extiende un paraíso natural donde delfines rosados, manatíes y nutrias retozan en las aguas oscuras, mientras jaguares y pumas se disputan la tierra. Se trata de la Reserva Natural Bojonawi, de la Fundación Omacha, que en esta ocasión se reconoció como una de las Áreas de Importancia para la Conservación de Murciélagos – AICOMs de Latinoamérica y el Caribe.

Los murciélagos de Bojonawi

Se creía que la reserva contaba con cerca de 17 especies de murciélagos, pero una investigación javeriana mostró un panorama diametralmente distinto. Juan Diego Ariza, biólogo javeriano, decidió investigar la diversidad de murciélagos en este lugar como parte de su trabajo de grado. Durante 35 noches se dedicó a estudiar la dieta y los rasgos funcionales de los murciélagos presentes en diferentes ambientes, a lo largo de la reserva: “fue increíble. Cada noche aparecía una especie nueva que no estaba dentro del listado previo” relata.

Al final de su investigación, Ariza había encontrado 33 especies de murciélagos, dentro de las que resaltan cinco que, ya sea por su rareza, novedad en el área o estado de conservación, resultan ser particularmente relevantes para este ecosistema. Se trata de los murciélagos nariz de espada del Orinoco, el bigotón de Wagner, el de discos, el de orejas de embudo y el elusivo murciélago fantasma. Este ramillete de especies fue el que hizo que Bojonawi fuera reconocido como AICOM.

Si bien los murciélagos son conocidos como voladores nocturnos, aunque también los hay diurnos, sus amenazas están asociadas con la tierra. La pérdida de hábitat es la mayor causa del declive de la biodiversidad, y de los murciélagos no se salvan. En su caso, los incendios son los mayores destructores de su entorno.

“En la Orinoquía tenemos incendios pavorosos”, cuenta Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha. “Ramsar del río Bita tiene 824.000 hectáreas y, hace cuatro años, se nos quemaron 250.000. Lastimosamente, solo hasta ahora están generando mecanismos para responder ante estos incendios”, continúa.

Otra amenaza para los murciélagos es la pérdida de refugios. Estos animalitos voladores recorren grandes distancias en la noche, pero cuando llegan a su fin deben regresar a sus refugios para descansar.

La labor de los murciélagos

Para comenzar, los murciélagos son sinónimo de bonanza económica. “Hay varias especies vegetales de importancia económica, cultural y tradicional que pueden sostener economías locales, y son polinizadas por murciélagos”, explica el profesor Jairo Pérez-Torres. El totumo, la pitaya y el agave, materia prima del tequila, son algunas de las plantas que no existirían sin murciélagos.

Pero su ayuda a la agricultura no se limita a la polinización. Los murciélagos insectívoros también ponen de su parte. “Cada murciélago come alrededor de diez gramos de insectos por noche, entonces un millón de murciélagos consumen cerca de diez toneladas de insectos por noche. Un 70-80% de esos insectos son plagas de cultivos, eso representa un ahorro de cientos de millones de dólares en plaguicidas, porque los murciélagos hacen la tarea gratis”, calcula Pérez-Torres, doctor en Ciencias Biológicas con énfasis en ecología.

Además, parte de los insectos que consumen son transmisores de enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla, la malaria y el zika. El control poblacional que ejercen los murciélagos sobre los mosquitos, por ejemplo, salva de enfermedades y, eventualmente, la muerte a miles de personas anualmente y economiza miles de millones al sistema de salud. En resumen, poblaciones sanas de murciélagos son poblaciones sanas de humanos.

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