Investigación señala que la quinoa evita que se acumule grasa en el hígado y ayuda a tratar el cáncer

“La quinoa es una buena fuente de inhibidores de las proteasas serina en la dieta, que consigue, no sólo mejorar la síntesis de ácidos grasos y triglicéridos, sino que activa los macrófagos intrahepáticos para que no se acumule grasa en el hígado. También, aumenta los macrófagos con fenotipo antitumoral y ayuda a mejorar el perfil lipídico hepático de las personas, para la prevención de enfermedades en el hígado”.
Destacan que este descubrimiento resulta esencial para la lucha contra enfermedades causadas por el sobrepeso y la obesidad como el hígado graso no alcohólico, que afecta a entre el 15-30% de la población mundial o el cáncer de hígado, sexto tumor maligno en prevalencia a nivel mundial y tercera causa principal de muerte por cáncer.

La conclusión se extrae de la investigación que han llevado a cabo investigadores del Instituto IMDEA Alimentación y de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), perteneciente a Planeta Formación y Universidades, junto a investigadores del CSIC y la Universidad de Catania, y que aporta luz al tratamiento y prevención de distintas enfermedades hepáticas.

“Los inhibidores que obtenemos a través de la quinoa, no solo promueven la expansión de los macrófagos, sino que también afectan a la diferenciación selectiva de las células linfoides innatas, lo que conduce a una mejoría en el equilibrio lipídico hepático y una reducción de la inflamación, explica la Dra. Aurora García Tejedor, Vicedecana de Ciencias Biosanitarias de la Facultad de Ciencias de la Salud de VIU.

¿Qué es la quinoa?

La quinoa es un pseudocereal originario de los Andes, cultivado en Bolivia, Perú y Chile.

“Comparada con cualquier cereal de uso común
en nuestra gastronomía (como ser el trigo, el arroz o el maíz), la quinua se destaca por su concentración de nutrientes, todos beneficiosos para el organismo. Otra virtud que la diferencia es que se consume de forma integral, sin procesamiento. Posee alto contenido de proteínas, que incluye a todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita. También aporta grasas de buena calidad (ácidos omegas 6 y 3) y fibra en su mayoría de tipo insoluble, como poseen característicamente las semillas”, explica la AADYND.

En palabras del Dr. José Moisés Laparra, investigador en IMDEA Alimentación y Coordinador del Programa de Doctorado en Inmunonutrición, Genómica Nutricional y Alimentación de VIU, lo más relevante de este descubrimiento es que sugiere “un nuevo enfoque para el tratamiento del cáncer hepático, lo que supone un avance importante en la forma de abordar estas enfermedades”.Ya que si bien, todos sabemos que lo que comemos afecta a nuestra salud general, según el informe World ObesityAtlas 2024, hay 4 millones de muertes anuales que se deben a enfermedades que tienen en su base el sobrepeso y la obesidad, entre ellas las hepáticas objeto de esta investigación, todavía queda mucho camino por recorrer en el desarrollo de terapias y tratamientos inmunonutricionales.

“Nuestra investigación demuestra que las células inmunitarias innatas y los macrófagos desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la obesidad y el cáncer hepático advierte el Dr. Moisés Laparra, por ello los nuevos datos que aporta esta investigación amplían el conocimiento sobre el impacto de los componentes de la quinoa, en concreto los inhibidoras de proteasas tipo serina. Esto servirá para iniciar el camino hacia nuevas terapias inmunonutricionales que prevengan alteraciones sesgadas de la biología innata, lo que conduciría, por ejemplo, a un mejor control de los crecimientostumorales”.

Metodología utilizada en la investigación

La investigación se ha realizado mediante el uso de modelos de ratones, los cuales se dividieron en cuatro grupos. Luego, se alimentó a los animales con dietas altas en grasas durante una semana. Además, se extrajeron inhibidores de la proteasa tipo serina (SETIs) de las semillas de la quinoa. Finalmente, a algunos animales se les dio SETIs tres veces por semana durante dos semanas. El peso corporal (PC) y el consumo de alimentos se controlaron cada dos días. 

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