El fuerte verano y descenso de las aguas del brazo del río Magdalena en marzo de este año, dejaron al descubierto piezas de cerámica antigua a lo largo de un playón, a pocos metros de San Martín de Loba, en Bolívar.
Decenas de piezas que se presumía, eran trozos de vasijas e incluso figuras zoomorfas, sobresalían en el barro del lugar, un panorama único en ojos de la bióloga Dolly González, quien se acercó al lugar tras escuchar que locales habían visto estas “piedras”.
La curiosidad llevó a Dolly y Emerson Serpa a comunicar sobre la existencia de este “cementerio de historia” con el fin de proteger el material.
La noticia llegó a oídos del antropólogo de la Universidad Nacional, Leonardo Márquez, quien a su vez contactó al profesor de la Universidad del Norte, Javier Rivera Sandoval, tras lo cual se realizó una visita a la zona el 27 y 30 de abril de este 2024.
Se recolectaron 87 fragmentos cerámicos y 9 líticos, obtenidos en su mayoría por González, Emerson Serpa y demás habitantes y, en menor medida, por los arqueólogos en su visita.
“Ya hizo una clasificación de 87 piezas en laboratorio y se envió un informe al Instituto Colombiano de Antropología e Historia – ICANH responsables de resguardar y gestionar el patrimonio arqueológico, antropológico e histórico de Colombia”, explica Dolly González.
Lo hallado en este playón, según los investigadores, muestra una gran virtuosidad en el trabajo alfarero.
Según el informe preliminar, la cerámica decorada encontrada en San Martín de Loba es bastante interesante pues presenta decoraciones similares a las identificadas en varios sitios tempranos del Caribe colombiano, en especial con Rotinet, con fragmentos del periodo Barlovento y Macaví del sitio Monsú; con material de El Bongal y Canapote aunque el material encontrado en estos sitios es de un tamaño pequeño.
Dolly González
”Lo que estamos encontrando en San Martín de Loba son unas ollas inmensas, unas que tendrían entre 60 y 80 centímetros de alto. Sugiere un cambio en las prácticas sociales de las comunidades del Caribe. Realmente es muy importante este sitio y necesitamos más estudios”, añade el antropólogo Leonardo Márquez.
Se cree que las piezas pertenecen a un período ubicado entre el 2500 A.C hasta 1000 o 1500, pero esto debe definirse con pruebas de Carbono 14 a medida que avance la respectiva excavación, que debe contar con permisos del Estado colombiano.
“Necesitamos que el río nos permita la exploración, por lo que el material está muy abajo. Aunque baje metro o metro y medio, no nos sirve; necesitamos que haya un verano fuerte y que el río esté lo más bajo posible. En agosto no se va a poder (era la fecha inicial), pero ya en enero el clima sería idóneo”, explica Márquez.
Durante los próximos meses y antes de la excavación, se estarán haciendo análisis a las piezas, junto con la Universidad del Norte y la Universidad del Atlántico, lo cual permitirá determinar datos como la composición de la cerámica y otros aspectos de interés.
