El enamoramiento causa en el organismo reacciones fisiológicas como aumento del pulso cardíaco, insomnio y temblores. Es un estado tan poderoso que, según el experto Félix López de la Universidad de Salamanca, “puede motivar cambios bruscos de estilos de vida, vulnerando normas y convenciones”.
Cuando nos enamoramos, la dopamina aumenta su producción y así mismo lo hacen la serotonina y la oxitocina, “para poner en estado de máxima alerta al organismo porque la persona que se enamora siente todo como un juego”.
Este, es el mejor momento en toda relación. Cuando sentimos “mariposas en el estómago” al menor contacto con esa persona y sobre todo, si sabemos que somos correspondidos. Se aumenta entonces la capacidad de atención, concentración y motivación. Por eso, según el psicólogo Félix López, “el enamoramiento puede provocar incluso insomnio y la persona se siente desbordada por la felicidad o el sufrimiento, según vaya el proceso”.
A este estado de revoltura emocional los expertos lo han llamado conmoción, sin embargo, como ocurre en todos los procesos fisiológicos, se acaba viendo afectado por la habituación, “de forma que, cuando pasa el tiempo y ha habido muchas situaciones repetidas, cuando la persona sabe lo que va a suceder y lo que puede esperar, pierde intensidad”.
López afirma que incluso la producción de testosterona, que incita la respuesta sexual, se habitúa.
Es aquí cuando conocemos el amor verdadero, ese que pese a todo se mantiene, por las experiencias vividas que no queremos dejar ir. El amor fiel.
El psicólogo Robert Sternberg dice que en la fidelidad actúan hormonas diferentes: la oxitocina y la vasopresina. “Estas hormonas interactúan con el sistema de recompensa, facilitando que la sensación gratificante se prolongue en el tiempo con la misma persona aunque la actividad neurológica de la etapa del amor romántico ya se haya regulado. La genética también juega un papel importante en la cantidad de oxitocina y vasopresina que liberan las personas, sentando cierta predisposición individual hacia la fidelidad”.
Contrario a esto, hay quienes se agotan cuando se acaba “el enamoramiento”. Pero eso no les impide intentarlo cuantas veces sea necesario.
“Es frecuente que las personas que fracasan una y otra vez en las relaciones mantengan una lucha entre el deseo de no volver a verse involucrado en historias amorosas y la dificultad para evitarlo”, añade López.