El calor afecta nuestra capacidad de pensar, además ¿qué es un golpe de calor?

Las altas temperaturas afectan nuestro comportamiento.

 “Las altas temperaturas influyen en el comportamiento de las células del sistema nervioso central cuyo ritmo se ralentiza”, explica el especialista en neurología, Ernesto Orozco.

El calor puede disminuir la eficiencia cognitiva, lo que se traduce en dificultades para realizar tareas mentales complejas. Además, las altas temperaturas pueden interferir con el ciclo de sueño, esencial para la salud mental.

En medio de las altas temperaturas, recordemos que solo se llama Ola de calor cuando han pasado tres días en los que las temperaturas máximas y mínimas se encuentran por encima de los valores climatológicamente “normales” en una amplia extensión de territorio. 

La temperatura considerada “normal” en una zona con clima cálido puede ser anómala en una zona con clima frío. Sin embargo, hay otros factores que juegan un papel, como la humedad, el viento, la presión atmosférica, y la presencia de contaminación del aire como el ozono. 

Y llega el golpe de calor

Este fenómeno puede dar lugar a un golpe de calor, un trastorno ocasionado por el exceso de calor en el cuerpo, generalmente como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas o del esfuerzo físico en altas temperaturas. 

El golpe de calor es la forma más grave de lesión por calor y puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 104 °F (40 °C) o más. Esta afección es más frecuente en los meses de verano en el mundo.

Según Mayo Clinic, “el golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o la muerte”.

Los síntomas de un desmayo por calor incluyen dolor de cabeza, náuseas, vómito y sudor excesivo.

Para tratarlo, se recomienda enfriar a la persona con cualquier medio disponible: colóquela en una bañera con agua fría o en una ducha fresca, rocíela con una manguera, o pásale una esponja con agua fresca.

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