Cuando llegamos a los 30 años y tenemos pareja, sucumbimos a un estatus de “preparados para tener hijos” en la concepción de las personas mayores… o indiscretas. A esa edad se vuelve incómodo asistir a las reuniones familiares o de amigos porque la pregunta más usual es un “¿ajá y ustedes cuándo piensan encargar?”.
Recuerdo presenciar una conversación de dos recién conocidas: “Ya es hora de que tengas tu hijo para que tengas tu familia, ¿qué edad tienes? Apúrate, no te vayas a quedar sola, mira que los hijos son la compañía de uno”, decía una señora en tono amable. Su interlocutora no sabía ni qué decir; en el rostro se le notaba el desagrado disfrazado de educación y obviamente después de un “Quién sabe” cortó la comunicación.
La fortuna de contar con un núcleo de gente empática se agradece, aquellas personas que no entran en el terreno de lo privado merecen el cielo (Sí existen). Recuerdo que una amiga muy querida dejó de ir a su pueblo porque ya no soportaba la misma pregunta de sus vecinos. Ella tenía problemas de salud que le impedían concebir, pero ese tipo de intimidades no se cuentan con megáfono en mano para evitar la preguntadera.
Hay quienes simplemente deciden no tener hijos y no necesitan escuchar la aprobación de nadie. Es que nos hemos acostumbrado a pisar terrenos privados bajo el disfraz del “estamos en confianza”.
El Departamento Nacional de Estadística, DANE concluye que la economía, deseos de realización personal y preocupación ambiental priman entre las razones de quienes no contemplan tener descendencia. Mientras que en 1960 las mujeres concebían en Colombia en promedio 6,8 hijos, para el 2018 la cifra bajó a 1,8.
Pese a no tener malas intenciones con la pregunta, es mejor dejar ese tipo de temas a la exclusividad de la pareja, al fin y al cabo no sabemos qué tipo de situaciones atraviesa.
