Cartageneras plasman en poesía y fotos el vínculo con nuestros ancianos en “We Care”

Por Diana Agamez y Luisa Machacón

América Latina no está preparada para satisfacer las necesidades de la población anciana. En países como Colombia, y en particular en la ciudad de Cartagena de Indias, la dificultad de acceso a los servicios de salud, la recreación, y la falta de reconocimiento de la figura del acompañante sociosanitario para personas mayores, son alguna de las razones por las cuales un gran porcentaje vive en una situación de abandono, soledad y exclusión social.

A pesar de esto, culturalmente, la fuerza de los lazos familiares y la solidaridad garantiza en muchos casos el cuidado de las ancianas y los ancianos por parte de uno de los miembros de la familia, a menudo una mujer.

  Como consecuencia, nace una profunda relación de atención y cura. A través de la poesía y la fotografía investigamos cómo las actividades diarias de ayuda pueden convertirse en rituales de reflexión sobre la feminidad y en una forma de transmitir la cultura y las tradiciones orales de una generación a otra. Actividades cotidianas como el momento del baño pueden transformarse en espacios de reflexión sobre la feminidad y en espacios en los que se transmiten, por ejemplo, tradiciones orales. Cuando cuidamos la salud de nuestras ancianas y nuestros ancianos estamos cuidando una parte no solo de nuestra memoria familiar sino colectiva.

  ¿Pero qué tipo de memoria se comparte en los espacios de la intimidad familiar entre mujeres? La profundidad del vínculo familiar posibilita que transiten historias que van desde narraciones sobre la cultura popular, el cuerpo, las migraciones familiares, la guerra, hasta la escasez. “Cuando no teníamos nada”, por ejemplo, es una historia recurrente. Las vicisitudes de la vida representan, paradójicamente, una demostración de coraje. Todas en alguna medida somos sobrevivientes de una guerra, aún cuando no la hayamos combatido con nuestras propias manos. 

   Otro tema que es motivo de largas conversaciones corresponde al modo de cocinar, de preparar alimentos. Aquí la memoria se pasea por la historia de nuestras dietas, alimentos, del gusto y los sabores que atraviesan el mundo familiar y la comunidad. Gracias a estos intercambios de recetas y recuerdos, algunos modos de tratar y preparar alimentos pueden conservarse intactos. Al mismo tiempo, relevan una cuestión no menos importante: la de la cantidad. “Donde comen dos, comen tres”. Aquella nostalgia por los tiempos en que la casa era un lugar de puertas abiertas para quien deseara entrar y reposar; entrar y comer; beber y “echar cuentos”. 

    Las relaciones familiares y las conexiones intergeneracionales son fundamentales porque allí la oralidad y las historias se convierten en instrumentos vivos para expresar sentimientos, dolores, alegrías, dificultades y frustraciones de las mujeres en nuestra sociedad cuyas vidas se dividen en la atención del entorno familiar, el trabajo y el deseo de vivir en un espacio propio de realización. Cosas que a menudo no logran un punto de encuentro y conciliación.  

Sobre We Care

     La foto que acompaña el artículo hace parte de “We Care” (Cuidarnos) que es un proyecto fotográfico y literario que nace en el seno de un barrio popular en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, ideado por la escritora Diana Agámez y la fotógrafa Luisa Machacón para explorar cómo las actividades diarias de cuidado se convierten en rituales de reflexión sobre la feminidad y en una espacio de narración de la tercera edad.

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