“Le falta yuca”, decimos cuando vemos a alguien de apariencia débil. Y sí, la yuca (esa misma que muchos jóvenes de hoy no consumen como antaño) tiene tan variados beneficios que es importante resaltarlos.
Empezamos diciendo que la yuca es un tubérculo que tiene una capacidad increíble para sobrevivir. Explica la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que “aunque la yuca prospera en suelos fértiles, su ventaja en comparación a otros cultivos más rentables, es que tiene capacidad para crecer en suelos ácidos, de escasa fertilidad y bajo largos períodos de sequía”.
Ojo, no hay que confundirla con la yuca amarga, que es de apariencia amarilla cuando se cocina. La yuca de consumo regular, es de apariencia blanca y su concha se desprende fácilmente.
En la Costa Caribe de Colombia la yuca es el acompañante principal del desayuno, así como el pan, el plátano o la papa. La variedad de platos que se preparan con yuca, van desde el pan de bono hasta el cazabe, pero en general, se come cocida.
La yuca tiene:
- Vitamina A, importante para la visión normal, el sistema inmunitario, la reproducción, el crecimiento y el desarrollo.
- Vitamina C que se necesita para el crecimiento y reparación de tejidos. Según MedlinePlus, esta vitamina se utiliza para formar una proteína importante utilizada para producir la piel, los tendones, los ligamentos y los vasos sanguíneos. Sanar heridas y formar tejido cicatricial.
- Fibra, para prevenir o aliviar el estreñimiento. La yuca ayuda a mantener un peso saludable y reduce el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer.
La Comisión Médica española AEDESEO destaca que este tubérculo “es rico en hidratos. El almidón de yuca por ejemplo, es un alimento muy adecuado para todas las edades y especialmente para aquellas personas que requieren un gran desgaste físico y para los deportistas”.