Boris Brendebach, de la OIEA, el Organismo Internacional de Energía Atómica que pertenece a las organizaciones internacionales conexas al Sistema de las Naciones Unidas (ONU) explica: “Desde los años setenta, Alemania ha ido acumulando una notable experiencia en la clausura de instalaciones nucleares (…) A raíz del accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi ocurrido en marzo de 2011, el Gobierno de Alemania decidió eliminar progresivamente, hasta su completa extinción, el uso de la energía nuclear para la producción comercial de electricidad”.
Esa decisión “se tradujo, el 31 de julio de 2011, en la introducción de una enmienda a la Ley de Energía Atómica de Alemania en virtud de la cual se retiraba la autorización de explotar instalaciones destinadas a la fisión de combustible nuclear para la producción comercial de electricidad a las siete centrales nucleares más antiguas y a la central de Krümmel a partir del 6 de agosto de 2011, y se fijaban las fechas en que expirarían las autorizaciones de las nueve centrales restantes con arreglo a un calendario gradual que culminaba en 2022”.
Se cumplió en 2023, exactamente el sábado (15.04.2023): Isar 2 (Baviera), Neckarswestheim (Baden-Wurtemberg) y Emsland (Baja Sajonia) desconectadas de la red eléctrica.
Hoy, Alemania debe generarse a partir del viento, el sol, el agua o la biomasa.