En 2016 Karen, en ese entonces de 42 años, había recibido una primera alerta cuando quedó embarazada de su tercer hijo y desarrolló diabetes gestacional. Entonces las peticiones de su familia de cuidar su sobrepeso y dejar las gaseosas y golosinas, se hicieron más constantes, sobre todo por los antecedentes familiares.
Tres años después empezó a experimentar cansancio excesivo, dolor de espalda, disminución de la visión, continuas ganas de orinar y mucha sed. Tras varias visitas a urgencias, medicación con relajante muscular, recomendaciones de visitar al oftalmólogo y varios exámenes por medicina general, tuvo una fuerte recaída que la llevó a cuidados intensivos con el azúcar por encima de 500.
El diagnóstico: era diabética y nadie se dio cuenta, a pesar de haber perdido 10 kilos. El caso de Karen, hoy con 48 años, es muestra de la seriedad con que se debe tomar esta enfermedad que en 2017 causó 4 millones de muertes en el mundo y que en América Latina es la cuarta causa de muerte.
Desde 1980 el número de quienes la padecen se ha cuadruplicado. De los 108 millones de personas que la sufrían ese año, se pasó a 425 millones en 2017, de acuerdo con cifras de Naciones Unidas.
Por eso este 14 de noviembre, Día Mundial de la Diabetes, el lema es Diabetes y bienestar, pues se estima que, con un acceso adecuado a la atención y el debido apoyo, la vida de quienes la padecen puede ser mucho mejor.
La Organización Panamericana de la Salud también ve en esta fecha la oportunidad de concienciar sobre su impacto en la salud de las personas y fortalecer la prevención, el diagnóstico y el tratamiento bajo el lema Rompiendo barreras, cerrando brechas, y busca reducir el riesgo de padecerla y garantizar que los diabéticos accedan a tratamiento y atención equitativos, integrales, asequibles y de calidad.
Dieta y ejercicio, las mejores armas
Según la médica Diana Marcela Reyes Puente, Coordinadora Hospitalaria de Somedyt IPS, aliado de Coosalud EPS, el aumento de la prevalencia de la diabetes, en especial Tipo 2, se debe a varios factores, en su mayoría relacionados con el estilo de vida actual.
Alimentación poco saludable: Consumo excesivo de alimentos procesados y productos ultraprocesados, azúcares refinados y grasas saturadas que contribuyen al aumento de la obesidad y al desarrollo de diabetes tipo 2.
Sedentarismo: La falta de actividad física regular y el tiempo prolongado en posiciones sedentarias favorecen el sobrepeso y la resistencia a la insulina.
Estrés crónico: característico de la vida moderna, que puede alterar el metabolismo y aumentar el riesgo de desarrollar diabetes.
Envejecimiento poblacional: A mayor tiempo de vidaaumenta la prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes.
Factores genéticos: La predisposición genética también juega un papel importante, pero el entorno y el estilo de vida son factores clave en su manifestación.
Frente a esto, la especialista sostiene que en cuanto a la alimentación es necesario comer con moderación, porciones controladas y evitar los excesos. También dar prioridad a alimentos integrales; carbohidratos complejos como cereales integrales, legumbres, frutas y verduras frescas.
Evitar azúcares refinados y procesados en el consumo de dulces, refrescos y productos ultraprocesados con alto índice glucémico. En cambio, incluir grasas insaturadas como las de aguacates, frutos secos, aceite de oliva y pescados azulescomo trucha, salmón, atún y sardinas. “Y se debe fomentar el consumo de proteínas magras, como las que provienen del pescado, el pollo, tofu, legumbres y huevos”, añade.
Para protegerse contra la diabetes es fundamental la actividad física. “El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina, es decir, aumenta la capacidad del cuerpo para utilizarla de manera más eficiente. Controla el peso corporalal quemar calorías y ayuda a mantener un peso saludable. Además, el ejercicio reduce el estrés, lo cual puede mejorar el control de la glucosa”.
La actividad física mejora la salud cardiovascular, algo esencial porque las personas con diabetes tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y el ejercicio mitiga ese riesgo. Por tanto, un diabético debe cumplir al menos cinco ‘reglas de oro’:
• Monitorear regularmente los niveles de glucosa en sangre para ajustar el tratamiento, la dieta y el ejercicio.
• Tener una alimentación balanceada y controlada que evite alimentos con alto índice glucémico.
• Realizar actividad física constante
• Seguir estrictamente las recomendaciones médicas, especialmente en la toma de medicación y administración de insulina.
• Prestar atención a los signos y síntomas de hipoglucemia o hiperglucemia que experimente.
Pero las recomendaciones también son para quienes no padecen diabetes aún. Todos debemos tomar en cuenta la importancia de mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente para mantener la glucosa en sangre en niveles normales y mejorar la salud en general; evitar el consumo excesivo de azúcares refinados y carbohidratos simples, y tener una alimentación rica en fibra, verduras, fruta y alimentos integrales.
“Así no tengan diabetes, se deben realizar chequeos periódicos de los niveles de glucosa, más aún si hay factores de riesgo como antecedentes familiares o sobrepeso y gestionar el estrés con actividades relajantes y ejercicio para disminuir el riesgo de diabetes y enfermedades relacionadas”.
Hay grupos poblacionales más propensos a desarrollar diabetes, en especial la Tipo 2, según la doctora DianaReyes. Personas con antecedentes familiares de diabetes, adultos mayores en especial a partir de los 45 años, personas con sobrepeso u obesidad, mujeres que tuvieron diabetes gestacional en el embarazo y de algunas etnias, como afroamericanos, hispanos, nativos americanos y asiáticos.