Todos lo sabemos: los medicamentos y el alcohol no se llevan bien, sin embargo, ¿realmente sabemos lo que nos puede pasar si mezclamos ciertas medicinas con bebidas alcohólicas?
Cuando se ingieren al tiempo, algunos fármacos inhiben el metabolismo del alcohol, por lo que la concentración del alcohol etílico en sangre aumenta de manera desproporcionada provocando náuseas, vómitos, sudoración y enrojecimiento de la cara, a los pocos minutos de la ingestión alcohólica. Esto se conoce como efecto antabuse.
Además, “El alcohol puede aumentar el riesgo de lesiones de la mucosa gástrica además de prolongar el tiempo de hemorragias cuando se ingiere conjuntamente con antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)”, afirma la médico Esmeralda Salazar.
Los AINEs o medicamentos antiinflamatorios no esteroides, son los más usados en farmacología y entre ellos están la aspirina, el ibuprofeno, el ketoprofeno o el diclofenaco.
Fuente: Scielo.org
Para resumir, podríamos relacionar los medicamentos así:
- El Acetaminofén más alcohol produce daño hepático y daño en la mucosa gástrica.
- Naproxeno o ibuprofeno con alcohol produce sangrado digestivo y daño renal.
- Antibióticos como la azitromicina o amoxicilina más alcohol pierden su efecto y producen somnolencia.
- Antihistamínicos como la Clorfeniramina o Hidroxina más alcohol causa debilidad muscular.
- Opioidies como la Morfina, Tramadol o Alprazolam pueden causar una parada respiratoria.
- Anticoagulantes como la heparina, warfarina, dabigatrán, apixabán, rivaroxabán y edoxabán más alcohol producen un mayor riesgo de sangrado.
- Metronidazol y antibióticos, como el tinidazol (Tindamax) y el sulfametoxazol y la trimetoprima (Bactrim), no deben mezclarse con el alcohol porque pueden provocar una reacción más grave. El consumo de cualquier cantidad de alcohol con estos medicamentos puede provocar efectos secundarios como ruborización, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, y una rápida frecuencia cardíaca.