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Tripanofobia es el miedo a las inyecciones y así se supera

Una fobia es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo extremo y debilitante a un lugar, situación, animal o sentimiento. Suele ser irracional ya sea por su propia naturaleza o por el nivel de miedo que se experimenta, lo que a menudo lleva a los pacientes a hacer todo lo posible para evitar la fuente de ese miedo.
Algunas son tan conocidas como la agorafobia (temor a lugares públicos donde se reúnen multitudes) la claustrofobia (temor a espacios cerrados) o la aracnofobia (temor a las arañas) Pero hay una cuyo nombre no conocemos bien y que suele causarnos algo de vergüenza: la tripanofobia. 

Me contaba un amigo que en días pasados le fue necesario acudir al médico. Lo atendió una doctora muy simpática a la cual le pidió que no le prescribiera inyecciones, sin embargo, en la receta había anotado una. 

“Tengo una hija que es auxiliar de enfermería y tuvo que “hacerme cacería” por cerca de dos horas para poder aplicármela”, —comentó— ¡Le tengo pánico a las inyecciones! 

Ese temor a las inyecciones es lo que se conoce en el lenguaje médico como tripanofobia. Es una de las fobias más comunes y se calcula que cerca del 10% de la población la padece.  

¿Por qué se presenta?

Sus primeros síntomas se manifiestan a los pocos años de edad; puede deberse a malas experiencias vividas durante la niñez y surge cuando las mamás o abuelas amenazan con inyecciones como una forma de castigo. Al respecto, Saray Castellar Vásquez, psicóloga egresada de la Universidad del Magdalena nos dice: “la persona que padece tripanofobia evita ir a hospitales o clínicas, hacerse chequeos o buscar tratamiento contra alguna enfermedad, lo que afecta seriamente su salud. Prefieren afrontar la enfermedad antes que dejarse inyectar y eso puede ser grave para su familia si la enfermedad es altamente contagiosa y mortal como lo es la COVID-19”. 

Los síntomas que padece la persona afectada ante la cercanía de una aguja son: 

· Físicos: sudoración, taquicardia, mareos, hiperventilación, sensación de asfixia, temblor, entumecimiento, dolor en el pecho, dolor abdominal y dolor de cabeza. 

· Cognitivos: desorientación y confusión, pensamientos de quedarse sin aire, pensamiento de muerte inminente, falta de concentración y pensamientos irracionales de angustia, miedo y ansiedad. 

· Conductuales: intento de evitar el estímulo temido y conductas de evitación, escape o comprobación frente al estímulo fóbico.

Si estás entre las personas que siente un miedo moderado ante las inyecciones, la psicóloga Saray Castellar te recomienda que trates de controlarlo por ti mismo buscando medidas para distraerte durante los procedimientos (no mirar la jeringa, analizar lo que está a tu alrededor, recordar una canción), también puedes meditar un poco, imaginar un proyecto o llevar un acompañante en quien confíes.

Es necesario que le expliques tu situación al personal de salud encargado de colocarte las inyecciones. 

Si sientes ataques de pánico cuando piensas que debes ser inyectado contra alguna enfermedad o achaque lo mejor es que busques ayuda profesional. Hablar de tu temor tal vez sea muy difícil y vergonzoso para ti, pero es el primer paso para comenzar a superar tu fobia. Si el miedo es incontrolable y te impide llevar una vida normal es porque la fobia está afectando seriamente tu vida. Buscar ayuda psicológica es lo más recomendable; en éste caso el psicólogo determinará el tratamiento a seguir. 

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