Muere Eider Castro: el “joven zarigüeya”, héroe de la fauna de Sucre y Bolívar

Eider Castro nació con un don. Podía lograr que en dos minutos un perro agresivo se apaciguara, y que las serpientes – fueran venenosas o no- se calmaran para poder atenderlas.

Su animal favorito era la zarigüeya. Y aunque, con la especie humana no se llevaba muy bien, su esencia atípica volcó su enorme corazón a la fauna de la Costa Caribe de Colombia.

A sus más de 5 mil seguidores en Facebook les dejó un triste mensaje el pasado domingo: “Ayuda, me acabo de accidentar”. Y más triste es no poder haber hecho nada por el protagonista de esta historia, que horas antes había entregado a EPA Cartagena, un par de loros, que en sus palabras, se liberaban de una prisión para ser cuidados en su nuevo hábitat. El lunes en la madrugada Eider falleció, a sus 25 años.

María García, de la Fundación Protectora de Animales de Sucre, recuerda que Eider nació amando a los animales, quizás por eso no le gustaba la carne. Los amaba tanto que podía gastar de su propio dinero a diario si era necesario, cuando alguno requería su ayuda.

Y es entonces cuando sabemos que hay un ángel en el cielo para la fauna de Colombia

Metalero, poeta; a pesar de no pisar nunca una universidad, profesionales de todas partes acudían a su saber empírico para labores de rescate de especies.

“Eider hacía recorridos para buscar animales atropellados y salvarlos. También abogaba por el cuidado de animales como las zarigüeyas o serpientes, rechazados por los humanos. Hacía labores educativas con la comunidad”, explica la bióloga Angie Tinoco.

Eider vivía en el Santuario Villa Bárbara en Brisas del Mar, en Sincelejo. Allí rehabilitaba todo tipo de especies. Quizás un refugio que no solo era para los animales, sino para él mismo, que era de esas personas que solo vemos una vez en la vida, un líder nato con un objetivo definido, que cumplió hasta su último minuto en esta Tierra.

Sus exequias

El cuerpo de Eider ya fue trasladado a Cartagena y se espera que su sepelio sea el miércoles.

Como último deseo, Eider quería ser cremado y que esparcieran sus cenizas en el bosque Villa Bárbara.

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